Si no fuera porque tengo los pies en la tierra, pensaría que he caído en el planeta equivocado después de una misión galáctica fallida, un ... planeta sin marcianos ni gente rara con antenas luminosas y sujetadores de tungsteno “made in Barruecopardo”; he caído, creo, en un planeta de gilipollas sin más.

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Compro en mi quiosco ‘The New York Times’, obviamente no en Salamanca, que ya no estamos ni en el mapa, y uno de esos gilipollas “woke”, un tal David Brooks, llama desde su tribuna, otrora faro del periodismo independiente, a hacernos creer que Biden es Paul Newman con 44 años y que ha llevado de nuevo a los Estados Unidos al paraíso; SúperBiden, escribe, es el terror de Rusia y de China y la esperanza de la clase media que ya ni existe. El abuelo promete paz y amor entre tiroteos callejeros. Work in progress.

Y deambulando por el planeta equivocado me encuentro a un tal Feijóo, el hombre tranquilo que de John Wayne no tiene nada. Se podía haber quedado en la aldea celta, porque Madrid le queda grande. No entiendo por qué no quedan hombres, mientras que a los pocos que quedamos nos miran raro, como una suerte de espermatozoide de Woody Allen. Feijóo el silencioso, el socialista, el pusilánime, Mariano Feijóo. Y aún peor, pues su miedo me causa escalofríos. Recuerdo que votaba a Mariano Rajoy tapándome la nariz y con cara de “yo no he sido”, pero si voto a Feijóo tendré que entrar en el colegio electoral a machetazos: quiero a mi país de vuelta a la realidad. Como dice mi imagen de perfil de WhatsApp, que le he robado a Douglas Coupland, “la realidad es el nuevo lujo”... joder, Juan Carlos, ya está bien, deja de protestar, ¿qué quieres? Solamente deseo a mi país de vuelta a la realidad, ¿es mucho pedir? Quiero la foto de Cibeles, ellas y ellos. Cayetana Álvarez de Toledo, Villacís y Arrimadas pisando fuerte sobre la España que suena a Historia, a fuerza, a ansia. Y arropadas por María San Gil, Trapiello o Savater: Fernando, bienvenido al club de “fachas”, siéntase orgulloso, profesor. “Fachas” al poder con la única fórmula posible: liberalismo, liberalismo y más liberalismo, y en ello no están ni Biden ni Feijóo, pero ni de lejos. Uno porque simplemente ni está ni se le espera, Washington tenemos un problema, y el otro porque es un gaitero extraviado para dar gusto a una España de vagos e inútiles al amparo de un partido que se piensa que Ralph Laurent es una universidad, la de vivir del cuento.

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