Ojo a ese viejo que hoy se enciende apasionado y vehemente cantando las excelencias azulgranas. No importa lo que diga. Queda terminantemente prohibido meterse con ... él. Se le respeta siempre. Todo esto se lo digo a mi hijo, que nunca llegó a disfrutar del equipo de nuestra ciudad en primera división, mientras contemplamos la atolondrada y perturbadora tertulia televisiva, en la que de vez en cuando se alza la impetuosa y exaltadísima voz de trueno del gran Jorge D´Alessandro.

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No me canso de recordárselo. Jorge fue precisamente uno de los nuestros en aquellos tiempos memorables en que la auténtica Unión Deportiva Salamanca, se medía sin complejos al Real Madrid y al Barça, al Atlético de Madrid y al Valencia, al Athletic cuando el Athletic era el Bilbao o aquel Sporting del pleistoceno inferior con Quini y Churruca. Ese tipo que ves ahí fue una auténtica leyenda, quizás la más legendaria de toda la plantilla, un gigante de pecho hercúleo y pantalones subidos hasta la garganta. Un coloso que instalado bajo palos asustaba a los más grandes, se llamasen Cruyff, Santillana, Garate o Perico de los Palotes, que se acercaban amedrentados al punto de penalti en busca de un pequeño resquicio por donde tratar de colar un balón que parecía desaparecer en las manoplas de un titán de un solo riñón.

Ya te iré hablando otro día de otros héroes legendarios que le acompañaron en aquellas históricas batallas (Rezza, Lanchas, Robi, Sánchez Barrios, Iglesias, Enrique, Huerta, Alves, Pauleta, Ángel, Juanito y tantos otros) pero este pibe gordo y bondadoso me firmó el primer autógrafo que pedí en mi vida (fue en el campo de Santa Clara de Ciudad Rodrigo, en una lejana pretemporada). Ese mismo que ves ahí sentado en la bancada barcelonista lanzando improperios contra el Madrid, hasta le robaron una vez vergonzosamente el premio Zamora al portero menos goleado de una Liga.

Ese y otros cuántos como él, cada año por estas fechas, aunque ahora te parezca imposible, llenaban cada quince días Salamanca de bufandas multicolores que llegaban de todos los rincones de España para disfrutar de partidos que son inolvidables, en tardes y noches memorables en las que nos acercábamos al Helmántico felices e ilusionados por contemplar una nueva victoria de aquel maravilloso equipo que fue la vieja Unión Deportiva Salamanca.

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