Una de las mejores cosas que tenemos los españoles, y de la que podemos estar muy orgullosos, es de nuestra solidaridad. Esto es así, cuando ... la cosa se tuerce somos campeones del mundo en arrimar el hombro, en echar una mano, en poner el qué puedo hacer por ti como lema y remangarnos para meternos en el barro.

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Si hablamos de barro no podemos olvidar la imagen de nuestro gran Rafa Nadal con la escoba ayudando en las inundaciones de Manacor y, lo mejor de todo, es que lo admiras porque, seguramente, tú habrías hecho lo mismo. Es genial que le admires a él, pero valórate a ti también por lo que has hecho o harás.

Por desgracia últimamente nos ha tocado dar la cara unos por otros más de lo habitual. La pandemia ha sacado lo peor, pero también lo mejor de todos y yo, personalmente, me quedo con la segunda parte.

Y ahora, que pensábamos que iríamos a mejor y las cosas se iban a tranquilizar, llega un loco (me abstengo del adjetivo, pero empieza por p) y le da por invadir un país. Y nos volvemos a activar, a poner en marcha, a pensar cómo podemos ayudar a los ucranianos. En las casas se habla de donar, de acoger... de ayudar, a fin de cuentas. Porque somos así, lo llevamos en la sangre desde Ceuta hasta Finisterre.

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Pero (cómo odio esa palabra la mayoría de las veces) igual que un garbanzo puede estropear un cocido, o una manzana podrida el cesto, alguien aprovechado sin escrúpulos (me vuelvo a abstener de ponerle nombre, pero empieza por c o por h) puede hacer mucho daño.

Porque los “timos de la estampita” más crueles, mezquinos y despiadados están saliendo hasta debajo de las piedras. Gente con la brújula moral muy desviada, está aprovechando nuestra buena voluntad para usarla en nuestra contra, y en contra de las personas a las que queremos ayudar. Cuidado.

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Yo, que soy voluntario en Cruz Roja cosa que os recomiendo a todos cada uno en la medida que pueda, os pido, por favor, que no dejéis de intentar ayudar, pero que lo hagáis a través de organizaciones o personas en las que realmente podáis confiar. Está Cruz Roja, Médicos sin Fronteras, Cáritas... Hay muchas organizaciones confiables para ponernos en sus manos a la hora de ayudar y, que esa ayuda, sea real y efectiva.

Ayudad ahora que hace falta, no tengáis duda en ello, pero elegid muy bien a través de quién lo hacéis. Aseguraos de que realmente con esa ayuda, pequeña o grande, vais a conseguir cambiar algo y no desequilibrar más la balanza en favor de quien no lo merece. Que no nos engañen, que no nos lo merecemos.

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