El martes me acosté tras una encendida e interesante conversación que fue rodando del odio a Trump de mi interlocutora y de su interés por ... el Proyecto Lincoln -un comité de republicanos y ex republicanos contra la reelección de Trump-, a mi honda preocupación por el fenómeno global “woke” y sus ansias liberticidas, pasando por el último libro del Pulitzer David Mamet, “Himno de retirada. La muerte de la libertad de expresión y por qué nos saldrá cara” (Deusto). El título lo dice ya todo...

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Al hilo de esa conversación nocturna (Saint Exupery revisitado) de los momentos oscuros que nos están tocando vivir, al día siguiente, ayer miércoles, los catedráticos Francisco Sosa Wagner y Mercedes Fuertes nos servían un artículo en el diario “El Mundo”, cuyo magnífico título, como el del libro de Mamet, lo dice absolutamente todo: “¿Alguien piensa en las generaciones futuras?”. Hablando de España, Sosa y Fuertes, nada políticamente correctos y escribiendo las cosas con su nombre, se preguntaban “quién enciende las luces largas a la hora de gestionar los grandes asuntos colectivos”. Hablan, hablamos en algunos limitados círculos periodísticos, de la ausencia de futuro, de la ausencia de visión del mismo, de la ausencia de proyectos ambiciosos que no arranquen y terminen con unas elecciones que nos condenan, y citan los autores a Alexis de Tocqueville, “a atender las necesidades de lo inmediato”. La política del presente -subrayan- frente a la de largo recorrido. Craso error, como sabemos todos, aunque todos como sociedad lo ignoremos.

Aunque la pregunta adecuada no es exactamente si alguien piensa en las generaciones futuras, sino alguien aún piensa, “¿quién -preguntan Sosa y Fuertes- está encargado de practicar la mirada serena y desprejuiciada pensando en nuestros hijos y nietos?”. Habida cuenta de la frivolidad suicida que marca la política que hoy gobierna España, obviamente nadie piensa, y mucho menos nadie reflexiona ni con la adecuada visión de futuro ni con la necesaria serenidad.

En cualquier caso, ya no sirven puntos de inflexión, como pueden ser unas elecciones, sólo sirve el milagro de una sociedad dirigida por los mejores, por las élites de las ideas, la experiencia y la conciencia social. Los demás, parásitos electos, terroristas acomodados y corruptos analfabetos. Electas, acomodadas y analfabetas too.

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