Una vez más, anda la cosa revuelta con la sanidad. Y no es para menos. Trascendía la noticia de que el pasado 4 de junio, más de 2.500 vecinas de la comarca del Abadengo asistían a una manifestación, capitaneada por los alcaldes de la ... zona, para exigir que se revierta la actual situación de la atención sanitaria. Situación que se lleva arrastrando desde la era pre-Covid, y a la que ya intenté poner rostro en noviembre de 2021 en uno de mis escritos en este medio.

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La verdad que, como lumbralense, la situación me preocupa. Más que por mí, por mi entorno. Sobre todo, por aquello de que “pagan justos por pecadores”. Y es que el pasado febrero, en las elecciones autonómicas, tuvimos la oportunidad de demostrar que no estamos de acuerdo con el modelo de gestión de nuestro servicio de salud pública. Pero no. De las 4.061 personas que estamos censadas en el Abadengo —según datos de la Diputación—, el pasado 13F, 915 se decantaron por el PP, dándole un voto de confianza al gobierno que se encarga de la gestión de nuestra sanidad, siendo el partido más votado en todos los municipios menos en La Fregeneda. El 22.53% de la población puede no parecer demasiado, pero habría que tener en cuenta que no todo el mundo va a votar. Incluidos los pocos menores de edad que quedan.

Así que, ¿qué puedo decir? ¿Qué se tiene lo que se merece? Porque claro, no creo que todos esos votos se decidiesen por los programas electorales, ya que, siendo honestos, son documentos que leemos cuatro frikis de la materia. Y es que, en campaña electoral todo es muy bonito. Aunque se lleve 35 años con los mismos temas. Y por eso, el PP de Mañueco recogía en el capítulo número cuatro de su programa electoral “una sanidad de todos y para todos”, asegurando que, si gobernaban, según el punto 324 de su plan, “garantizarían el mantenimiento de la asistencia sanitaria en el mundo rural”. Pues, aunque resulte una obviedad resaltarlo, parece ser que no es así. Y ojo, que tampoco lo era antes de las elecciones.

El panorama político no es mucho más alentador. Vox, el tercer partido más votado de la comarca solo presentó 10 medidas abstractas —prácticamente las mismas que ahora en Andalucía—, dejando claro que a lo que venían era a hacer ruido, no a gestionar. Y se demostró en cuanto el vicepresidente aceptó el puesto sin asumir ni una sola función y cobrando más que el presidente: Mañueco se mete 76.355€ al año; García-Gallardo, 79.571€. Y estos eran los que venían a cerrar “chiringuitos”. Pero claro, ni los representantes directos de nuestra provincia por Vox, Carlos Menéndez y Teresa Rodríguez, han movido un dedo. Probablemente porque ni sepan ubicar Olmedo de Camaces en el mapa, ni les importe no saberlo.

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Por su parte, el PSOE, ni está ni se le espera. Y eso que durante dos meses hemos tenido en Lumbrales una pancarta con la cara de Tudanca en la que rezaba algo parecido a “¡por la defensa de la sanidad rural!”. Sin embargo, a la hora de la verdad ya tal. Ninguno de los tres procuradores socialdemócratas (ni siquiera la señora Rubio, oriunda de Saucelle), han dado el paso de poner la problemática en primera línea. Ha sido UPL, sin representación en la provincia, la que ha llevado el tema a las Cortes. Obra, supongo, de su presidente Carlos Salgado, natural de Guadramiro y uno de los pocos políticos charros que defiende la tierra que siente.

Porque aquí, señores y señoras procuradoras, ya no valen más debates teóricos yermos. Es momento de pasar a la acción y aplicar soluciones. Porque la falta de servicios no es un supuesto potencial, es una realidad. Y sin sanidad, ya no podremos ni decir aquello de “al menos tenemos salud”.

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