Pasaba estos días por la calle Ferraz de Madrid cuando me quedé obnubilado con los metros de cartel que adornan la fachada de la sede central del PSOE. “Ahora gobierno, Ahora España” se lee por encima de balcones y ventanas. Visto de paso parece un ... eslogan más, uno de esos reclamos que luego no recuerda nadie. Pero no me diga por qué, esta vez me dio que pensar. La frase, encargada en agosto mientras presuntamente se negociaba, es una apuesta por la desmemoria. Un ultimátum totalmente injusto al elector. Ahora o nunca, parecen insinuarnos los fontaneros de Moncloa. Destierre el pasado y no mire al futuro porque solo en el presente está la clave, nos intentan decir.

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Visto así, en letras tan grandes asusta. Pero relativizado el tamaño, te das cuenta de que ese carpe diem político define la forma de hacer de Sánchez. El presidente en funciones vive el presente y nos pide olvidar el ayer, sin preocuparnos del mañana. Deje a un lado la incapacidad de pactar, la farsa de la negociación, los acuerdos con Bildu en Navarra, las dimisiones de sus ministros, la promesa incumplida de derogar la reforma laboral, la nula renovación de RTVE, la renuncia a publicar los nombres de la amnistía fiscal, la metedura de pata con Arabia Saudí, los cambios de criterio en inmigración, los “viernes sociales” en plena campaña, la consagración del decreto como forma de gobernar o el Falcon para ir desde Madrid a Valladolid. Déjelo todo a un lado porque eso “ahora” no importa.

Y por supuesto, tampoco se le ocurra pensar en el futuro de las pensiones, en el impuesto al diésel, en los desbocados precios del alquiler, en la recuperación de los salarios, en la impresentable tasa de paro juvenil o en el susurrante “tenemos que hablar” con Junqueras en el Congreso. Eso no es más que el futuro. Piense en el hogaño y no se pregunte ¿por qué tiene que ser ahora y no fue antes? Visto el cartel dan ganas de entrar en Ferraz y preguntarlo. Aunque sería un ejercicio inútil teniendo en cuenta que hace unos meses en la misma fachada se podía leer “Haz que pase” y no pasó nada o “la España que quieres” y esa tampoco llegó.

Me temo lo peor para los próximos días. Imagino a los partidos planeando caravanas, mítines y carteles con la foto amable del candidato. Quizá van a intentar intentan colarnos una nueva campaña. Pero lo bueno o lo malo del bucle en el que estamos es que a estas alturas nos conocemos todos. No hacen falta muchos debates para saber lo que piensan Sánchez, Casado, Rivera, Iglesias o Abascal. Lo peor llegará el día 10 si las urnas arrojan una foto parecida con pequeñas variaciones. Entonces sí tendrá sentido el cartel de Ferraz. Entonces habrá que usar el adverbio de Sánchez para preguntar “¿Y ahora qué?, señor presidente.

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