Hace apenas una semana escribí, en esta misma página, sobre el cansancio electoral. Cual vidente con bola de cristal, auguraba un panorama político muy similar ... al que dejaron las anteriores elecciones, pero con 140 millones de euros menos y una urgencia en sacar adelante lo que fuera, aún sin esa voluntad de pacto de la que carecen —está muy claro tras cuatro elecciones en cuatro años—, nuestros políticos. Pues bien, me equivoqué. La foto del día es mucho peor de lo que imaginaba. El PSOE ha perdido confianza, aunque Pedro Sánchez haya traducido las cosas en “es la tercera vez que ganamos”. (Este hombre es increíble dándole la vuelta al calcetín y tentando a la suerte que sin duda le asiste). El PP ha ganado posiciones (22 escaños), aunque no las suficientes. Unidas Podemos ha vuelto a descender peldaños (7, que no son pocos), pero se siente aún más fuerte y exigente por saberse necesario para un acuerdo, que ya no se puede saltar ni el mismísimo Pedro Sánchez. Y Ciudadanos casi ha desaparecido, para entregarle sus votos liberales a la mismísima ultraderecha, representada por un Vox no solo fortalecido, sino también creciente, que amenazaba ayer con un “a por ellos”, mal entendido por algunos, que poco más o menos querían hacer ver que sus votantes se iban a lanzar a las calles a castigar inmigrantes u homosexuales. No hombre, no. No seamos imbéciles ni queramos llevar las cosas al absurdo. Los de VOX cantaban la misma canción que tanto nos gustaba para la Selección, con la que se animaba a darlo frente al adversario ¿Acaso no tratan de hacer lo mismo todos los partidos? Hay que tener mucho cuidado y respeto a la hora de hablar de VOX. A mí me cuesta, debo reconocerlo, por muchas de sus propuestas y por ese veto a El País, que entiendo que atenta contra la imprescindible libertad de expresión. Pero VOX cuenta con más de cincuenta diputados, le respaldan más de tres millones seiscientos mil españoles y lejos de querer que se abra ninguna guerra contra ellos, espero que la democracia (ahora exhausta con tanta votación) les conduzca al necesario camino de la calma, que también hubieron de aceptar los del 15 M cuando cambiaron de nombre y entraron al Congreso. Me niego a entrar en pánico pensando en la posibilidad de que el mismo Iglesias que (perdón por recordarlo) se crió a los pechos de Maduro entre en el Gobierno o de que VOX se haya hecho tan fuerte como para que nadie le pueda ningunear y Bildu haya crecido hasta los cinco diputados. Aún confío en la democracia, aunque nos haya torturado con tantas citas electorales, tras tantos acuerdos frustrados y espero, de corazón, que pese al oscuro escenario todos los políticos entiendan que no se puede corregir al pueblo, que su voluntad es la que es y que a ellos solo les queda acatar y pactar.

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