AUNQUE no lo crean y pese a que la política nos ha llevado al escepticismo generalizado, lo cierto es que estamos a menos de un ... mes de las elecciones al Parlamento autonómico una vez que el presidente Fernández Mañueco decidió, sin contemplaciones, un adelanto electoral en nuestra Comunidad.
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Un mes, menos de un mes, y lo peor es que los ciudadanos estamos absolutamente al margen de la ¿batalla? electoral. De momento no hay programas ni propuestas y dada la premura de tiempo, no parece que vaya a haberlas. Se da por sentado que el PP barrerá y seguirá gobernando cómodamente en Castilla y León mientras el PSOE mantiene su miserable actitud de opositor: contra el Gobierno se vive mejor. En cualquier caso, Tudanca, como el salmantino Fernando Pablos, es un hombre fiel al principio intelectual de Zapatero: ver pasar las nubes. Del resto, casi no hablar, ¿para qué? Ciudadanos ha muerto; Vox es una incógnita que seguirá pescando en el río revuelto del PP; de Podemos, qué decir que no se sepa de estos cuatreros ideológicos. Votar Podemos, como votar a los partiditos “nacionalistas” o ahora a los del pueblo “vaciado”, es tirar el voto para quienes solo buscan ese pedacito del pastel llamado vivir del cuento. Que no les confundan. De ahí que personalmente siempre haya apostado por el bipartidismo. La fragmentación política solo ha servido para peores gobiernos y para hacer del chantaje un arma de “diálogo” habitual. Para que vivan como rajás en Vitoria o en Barcelona han tenido que matarnos de hambre a miles y miles de castellanos, de extremeños, de murcianos... De hambre y de futuro.
Menos de un mes para el trece de febrero y estamos a la espera de propuestas. Vamos, reaccionen, mis queridos candidatos: cada elección, así lo creo con fe ciega, es una nueva oportunidad, la puerta que se abre cuando otras se han cerrado. Nuestro paisano Fernández Mañueco, dadas todas las circunstancias vividas y por venir, debería saber aprovechar el momento para revitalizar esta tierra, hoy yerma y solo cargada de siglos y de piedras. Mañueco, presidente in pectore —y para ello cuenta con mi voto como única opción— debe reflexionar muy bien sobre la actualidad y sobre su propia actitud. Me parece muy bien que se haya declarado ahora “ayuser”, pero ojo, ser “ayuser” no puede ser una pose; ser “ayuser” hoy es casi una religión, una resistencia en la que estamos muchos y casi todos cortados por el mismo patrón: liberales, demócratas y nada sospechosos. Y un consejo de amigo: léase el libro de su compañera Álvarez de Toledo. Será todavía un mejor “ayuser”.
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