He releído aquella dramática sesión parlamentaria de hoy hace exactamente 85 años, sobre el orden público. El entonces jefe de la oposición, Calvo Sotelo, hizo “ ... su último discurso”, según presagio -otros dicen amenaza-, de Pasionaria (testigo, Terradellas). Afortunadamente la España actual no se parece a la de 1936, aunque entonces gobernara también el frente popular, y la oposición fueran también tres derechas, las de Goicoechea, Gil Robles, y el propio Calvo Sotelo. Había mejores oradores que los actuales; ya empezaba a estar gastado el término fascista, porque hasta Calvo Sotelo se declaraba fascista, si por ello se entendía querer un Estado de derecho y no turbamultas (pocos días después fue asesinado por un escolta del socialista Indalecio Prieto, considerándose el prólogo de nuestra guerra incivil). Hoy solo son semejantes a aquellos agresivos modales, algunos como el del irreconocible ministro del Interior del Gobierno Frankestein, Marlasca, y la montaraz sucesora de Pablo Iglesias, Ione Belarra - también desbarra e igualmente ministra-, sosteniendo sin rubor que el PP es “una organización criminal” (Belarra, además, marra patrocinando que el fugado Puigdemont regrese triunfalmente, y al Supremo y a la constitucional separación de poderes, que les vayan dando).

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Hay que ver el juego que le ha dado a la izquierda española acusar de franquista, fascista, y corrupto, a todo el que no piense como ella, o se manifieste sin complejos contra sus desatinos. Ha sido (es) su apolillado relato. Lo último: fachas son todos los que fueron a Colón. Olvidan que la manifestación era contra los indultos; que contra ellos se han posicionado notables socialistas; y que el primero que dijo que le avergonzaban, pedía perdón y dijo a Risto Mejide que “hay que acabar con los indultos políticos”, fue un tal Pedro Sánchez (el elocuente vídeo circula estos días por las redes). Su autoinculpación de facha, solamente es comparable con su abordaje y ridículo paseíto, intentando hablar en un hall a un displicente Biden.

Como el de Witiza, “oscuro y tormentoso” se presenta el reinado de Pedro Sánchez (“el Magnánimo”, pero consigo mismo). Se lo iré a contar mañana, como hacen los charros con sus pesares, al Santo Cristo de Cabrera. Es la fiesta, aunque sin romería. Él nos asista; el sanchismo no marchita.

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