Hasta la jornada tres de esta extraña temporada del coronavirus la crack de María —que ya es benjamín de primer año— no ha podido jugar. Entre “Ewing” y el hospital le han retrasado un pelín el ‘retorno’ a su campo, que todavía no es el de juego pero como si lo fuera. Es sábado y es día de ‘partido’, aunque las porterías aún están desmontadas en el jardín de casa de los abuelos José y Concha en Encinas de Abajo. Mientras el abuelo le pone ‘pegas’ al césped —“Le falta un corte”, dice por lo bajini, aunque lo cierto es que está perfecto—, la labor de la pequeña ‘princesa futbolera guerrera’ es la de elegir balón, botas y camiseta. En el ‘vestuario’, que es el hall de entrada a la casa familiar, hay una caja de cartón enorme que hace las veces de taquilla y un sofá balancín como banquillo para cambiarse. Lo primero que saca María son las botas, que tiene claro que serán las mismas el día que su sarcoma quede atrás en el tiempo y pueda reaparecer: “¡Estas son las que me regaló Jenni Hermoso!”, dice señalan unas rojas con los tacos blancos impolutos —ella y Amanda Sampedro son sus referentes—. “Y pienso jugar con ellas y meter goles, no son para el recuerdo, eh”, dice convencida. El balón con el que quiere jugar tiene las firmas de la plantilla del Salamanca Femenino al completo [me da tiempo a leer las de Lauris, Gema, Luci y Bea]... Da uno, dos y tres toques como para probarlo.
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Hasta ahí todo es más o menos rápido. El problema llega cuando a María le toca elegir camiseta. “Tenemos cerca de 150”, se excusa Juan, su padre, antes de empezar a mostrar una colección inmensa por el volumen y por el valor sentimental. Por allí sale la camiseta del homenaje en el Vicente del Bosque de Garrido del pasado mes de marzo, cuando el Salamanca Femenino se midió al Atlético de Madrid C, con un ‘4’ estampado en grande —que es el número que le recuerda que empezó a jugar con cuatro años y del que ya no tiene pensado separarse en su carrera como futbolista—, otra es la del Betis de Borja Iglesias, aparece una de Messi entre el par de ellas que tiene del Barcelona, ahora es la de Sergio Ramos la que emerge, “y ¡mira!, los pantalones con los que James jugó contra el Unionistas en la Copa del Rey”, apunta María. “Nos los trajo Piojo”. “Quiero que vean las de los equipos salmantinos”. Y poco a poco empiezan a salir: primero las del Salamanca UDS, después las del Unionistas —las dos últimas, las del derbi del Helmántico—, mientras que la del Guijuelo se resiste. “Es la jamoneta y me la trajo Jonathan”, apunta María, que se sabe de pe a pa la historia de cada una de las camisetas que ha recibido en casa. “Tengo también la del Valladolid, una de la Selección que me regalaron en la Supercopa Femenina y la del Zamora que me regaló Juanan, que no sabía que una niña de mi edad pudiera tener una talla tan grande”, su madre María sonríe cuando vuelve a escuchar la historia de las camisetas de boca de su hija. Lo cierto es que la colección es majestuosa y parece no tener límite: “El pobre Kevin Gameiro (Valencia) nos ha enviado ya tres, las dos primeras se perdieron en los envíos”, señala Juan. Del total de camisetas hay tres que le tocan la ‘fibra’ a María y al abuelo José, y son las del Atlético de Madrid: “Nosotros somos sufridores”, apunta María sin ocultar la pasión por el conjunto rojiblanco que le une con el abuelo.
–María, ¿vas a tener que meter muchos goles a tu vuelta para agradecerles a todos que se hayan acordado de ti?
–Pues la verdad es que sí. A mí me gustaría darle las gracias a todos por tener ese gesto conmigo, no hay una que me guste más que otra, todas son muy importantes para mí.
–¿Pero algo sí que tendrás pensado para el día que puedas jugar un partido de verdad? ¿Al menos la celebración del gol?
–La celebración es una mezcla de lo que hacen Messi y Mbappé [dice mientras se lleva la mano a la cara y señala con los índices] y, de verdad, va a ir dedicado a todos. Y especialmente a los médicos y a las enfermeras que tanto me están cuidando. Luego no tengo pensado que hacer o cómo será ese partido. Son muchas cosas las que hay qué hacer, desde correr hasta tirar a puerta, y sobre todo meter un gol...
Para cuando llegue el día de no tener que escoger camiseta, sino que haya que ponerse la del equipo, el abuelo José —pero también Juan, sus primos Hugo y Aarón, “que se tira muy bien”, y el tío Tom— se ponen bajo los palos y a parar, o “a intentarlo”: “El último gol que he metido fue el jueves... Ese día le metí unos pocos al abuelo...”. “¡Y no me los dejé, que quede claro, que a mí no me gusta perder ni a las chapas! Es que ella le pega bien duro”, apunta el abuelo con tono serio. “La idea que tengo es buena, pero la edad no perdona y cuando uno quiere reaccionar...”. A María la explicación de su abuelo le hace mucha gracia: “Es que sé que por la escuadra le cuesta más”, revela el secreto de manera picarona.
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Los partidos en casa y las jornadas interminables de tiros a puerta, que tienen que ser con la férula puesta por el momento para proteger el pie derecho, solo hacen que incrementar las ganas de María por regresar a un terreno de juego: “Si el nivel de ganas de jugar fuera de cero a cien sería mil”. “En cuanto los días de hospital nos dejen —ayer mismo fue uno de ellos por las plaquetas— ya vamos a ir a los entrenamientos”, le apunta su padre. “Para mí el fútbol es muy importante. Mi sueño es llegar a ser jugadora profesional, me gustaría en el Atleti pero me da igual si es otro, el Barcelona o el Real Madrid si me llama”, dice antes de hacerse a ella misma un inciso: “Pero también ser médica, eso es muy importante”. Juan también lo hace a renglón seguido: “Para nosotros el fútbol también ha sido muy importante en este proceso; sobre todo el modesto. Que equipos como el Mazarrón o el Zamora hagan esfuerzos por hacerte llegar su cariño es impresionante”. “El fútbol es un lujo”, sentencia el abuelo José.
–¿María, ¿cuánto de difícil ves cumplir ese sueño de jugar en Primera?
–Hay cosas más difíciles que eso en la vida. Yo sé que para llegar ahí, aparte de ser buena jugadora, hay que estar muy atenta, correr muchísimo y luego pues meter muchos goles. Tuve la suerte de estar con ellas en la Supercopa y ahora quiero jugar de verdad con ellas.
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“De verdad que el fútbol lo es todo para María, cuando no está jugando está viendo partidos, y cuando no se pone a jugar a la Play”, incide su padre. “Dile que jugaste con Xavi Simons en la partida on line que te hicieron de terapia”, apunta María madre: “Ah sí, quedamos 3-2, yo marqué goles con Saúl y con Morata”.
Para cuando María cuenta que además se le da bien jugar a la Play ya es el minuto 90 de este ‘partido’: “La siguiente vez en un campo cuando juegue”, dice con el pitido final sonando. “Ahora el partido es Ewing (el sarcoma), ¿verdad?”, le apunta su familia. Su “sí” es igual de rotundo que la goleada que nos ha vuelto a endosar.
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