Remontada. El Salamanca es así. Necesitaba ganar por 2-0 y lo hizo. En el 46 ya había cumpliendo con dos goles y hasta el 120 supo sufrir sin oxígeno para estar en la próxima ronda en la que se verá las caras contra el Atlético Astorga la próxima semana.
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Las remontadas tienen un ritual. Unos códigos. Lo primero es hacer creer al personal. Hay que meterle en harina. Que entre en una especie de trance. Para ello, el Salamanca en el primer minuto tenía un córner a favor. Javi Navas arengaba al fondo sur y el nivel acústico del Helmántico era ensordecedor. Abuelos y prebenjamines gritaban alistados a una causa muy complicada pero no imposible. Otro de los pasos claves para las remontadas es marcar pronto.
Pues Poveda en el minuto 6 se internaba en el área y un centro suyo da un defensa del Ávila y el balón acaba dentro. El Helmántico ya creía cuando se necesitaban dos goles, pues cuando ya solo faltaba uno y todo el partido por delante la fe recorría los graderíos.
En la tribuna, en el área pegada al fondo norte, 300 abulenses estaban mudos viendo al que se les venía encima. Su equipo no había salido el Ávila de su campo y cada pérdida de balón el estadio lo celebraba como un gol.
No había llegado el crono al minuto 15 y el Salamanca ya había tenido el segundo muy cerca. Souley roba un balón en el centro del campo y con un pase al hueco deja a Gabri solo ante el meta abulense. En el mano a mano dispara al muñeco. Si entra, el Helmántico se hubiera caído por el nivel de excitación que había en el ambiente.
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Cada falta se apelaba hasta el tribunal de La Haya rodeando en corro al colegiado. No se hacían prisioneros, pero el Ávila poco a poco conseguía bajar el ritmo del encuentro que había empezado con el ciclón salmantino obligando a la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) a poner una alerta por vientos enrachados hacia la portería abulense.
Jehu Chiapas marcaba al hombre al cuarto árbitro. Jugaba también su partido. Protestaba todas las pérdidas de tiempo del Ávila, aunque no tuvo mucho efecto su cruzada ya que en el primer tiempo se añadieron solo dos minutos y el colegiado los mandó a vestuarios antes incluso de que se hubieran cumplido esos 120 segundos.
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En el descanso llegó el empujón en forma de estrategia. El club mandaba a los aficionados del fondo sur y a los canteranos que estaban invitados en preferencia al fondo norte, donde atacaría el Salamanca en el segundo tiempo. El reguero de gente, incluso invadiendo el campo, obligó al colegiado a retrasar el inicio de la segunda parte.
A los 10 segundos de la reanudación un balón dentro del área a Gabri Salazar acaba en penalti ya que el meta visitante lo derriba con claridad. Benito marcaba en el nuevo fondo improvisado y la locura llegaba al Helmántico. Se había culminado la remontada. Si el marcador seguía así se llegaría a la prórroga pero una vez superados esos 30 minutos extra el cuadro salmantino pasaría ronda sin necesidad de ir a la tanda de penaltis.
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En la recta final el Ávila tuvo algún acercamiento peligroso y el Salamanca tuvo la sentencia pero el encuentro se fue a la prórroga. Al cuadro charro le valía el resultado y es que con el 2-0 al final de la prórroga pasaba ronda y el Ávila con el crono en su contra buscaba el gol que le diera el pase.
La prórroga fue un ejemplo de control del Salamanca, que tiene más vida que un gato y pasa ronda.
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