Jueves, 9 de febrero 2023, 08:58
Viernes 9 de febrero de un día como hoy del año 1923, quedan apenas siete meses para que Primo de Rivera diera su golpe de Estado, pero esa calma tensa de antes de la tormenta en Salamanca es aplacada por el deporte: “Creo y tengo el convencimiento de que hemos resuelto un problema grande para Salamanca, con la constitución de esta sociedad, cuyas gestiones han sido encaminadas principalmente a la adquisición de un estadium de los mejores de España sin dinero apenas”, había afirmado una jornada antes el señor Saavedra a eso de las cinco de la tarde, en presencia del alcalde de la ciudad, Federico Anaya, del comandante Servando López, y ante “lo más selecto de nuestros deportistas” [con adhesiones firmadas por el gobernador civil y el señor Rector de la Universidad], tal y como recogía LA GACETA en su ejemplar número 745 y que tenía un coste de 10 céntimos. El señor Corcuera dio más detalles del porqué de la fundación del nuevo club: “Un grupo de estudiantes, lamentando la falta de deporte en Salamanca nos buscó tratando de recabar nuestro apoyo”.
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De ese ruego estudiantil se pasó a la fecha fijada en el 9 de febrero de hace un siglo, con las cinco de la tarde, de nuevo, marcadas en el reloj consistorial y el comedor del café Novelty como testigo: nacía la “Unión Deportiva Española” (UDS a partir de 1931). Lo hacía con Federico Anaya como presidente y patrocinador de la mano de Enrique Saavedra como vicepresidente y otros seis miembros de junta directiva que encabezaban un proyecto deportivo que nació con secciones de football, hípica, tenis, cultura física general, excursionismo, lucha y defensa, tiro de pichón y natación. “Resurgimiento”, tituló LA GACETA en la segunda de sus páginas de la edición del día siguiente, sábado 10 de febrero.
A partir de ahí la historia de la Unión Deportiva Española, primero, y la UD Salamanca después, se cuenta sola. Desde aquel primer partido oficial disputado el 1 de mayo de ese mismo 1923 en un Calvario todavía en fase de construcción, frente al Salgueiros de Oporto que acabó 4-4, pasando por el primer título que puso en juego (una copa de plata regalada en marzo por la infanta Isabel) el 6 de mayo de ese mismo año ante los Luises de Valladolid, que perdió. Siguiendo por el hito del primer ascenso a Segunda (año de 1936) y continuando por idas y venidas entre la tercera y la segunda categoría del fútbol español, con las dos alegrías de las Copas de Aficionados conquistadas en 1958 y 1959; hasta desembarcar en aquella campaña 1973/74 en el que la historia de la UDS alcanzó cotas inimaginables para aquellos señores Saavedra, Corcuera o el mismísimo primer presidente Federico Anaya: el ascenso a Primera, el 7º puesto en Liga un curso después o la ‘semis’ de la Copa del Rey a la temporada siguiente, con nombres ya dentro de la leyenda como García Traid o Huerta. Y otros aquilatando su estatus de tótem de la UDS como Enrique Miguel o Jorge D’Alessandro. Siete temporadas después vino el descenso con un cambio en la vida del club, las idas y venidas eran entre Segunda y la Primera (ahora con Sito y Balta con el brazalete) categoría de la que la UDS se despidió con la llegada del nuevo siglo. Y con él, el ocaso de un club que veía cada vez más lejos el brillo de las estrellas... y que acabó estrellándose definitivamente al cumplir los 90 años. El 18 de julio del 2013 se cerró la historia y arrancó el tiempo de la nostalgia, de la que ya van diez años.
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