Domingo, 8 de mayo 2022, 22:25
Un voluntarioso pero insuficiente Salamanca sumó un punto que evitó su condena directa al descenso y que alarga su agonía a la última jornada, donde los números no están a su favor. Dependerá de terceros el equipo salmantino, al que la victoria puede no ... valerle.
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Se juntaba en el histórico Pasarón toda la grandeza del fútbol, el ascenso para los locales y el descenso para los salmantinos con un Pontevedra líder y favorito. Al final, con el empate, no se confirmó ni una cosa ni otra, aunque el Pontevedra lo tiene todo a favor para ascender mientras que las posibilidades de permanencia de los salmantinos son más remotas.
Los temores al potencial del Pontevedra y a la jornada histórica que podía representar se plasmaron a los dos minutos cuando Álex González adelantó a los granates. La jugada nació en un robo en el centro del campo, una apertura a la banda derecha y un centro en el que el jugador local le ganó la acción a Gustavo para batir a Salcedo.
No era desde luego el mejor comienzo para el Salamanca, obligado ya en los albores a redoblar su apuesta. El gol, como era de esperar, dinamitó las gradas de Pasarón y subió los decibelios del ambiente para acentuar la adrenalina de los jugadores locales, que pasaban como aviones sobre un Salamanca abrumado.
Con todo y tras unos minutos de reconstrucción anímica, se estiró el Salamanca con la impronta de superar las adversidades, que eran muchas. Llegó el primer remate salido de las botas de Amaro para hacer trabajar a Cacharrón. La gran virtud del equipo de María Hernández era sobreponerse a un escenario hostil pese a tenerlo todo en contra. Y así empezó a tocar el balón y a no dejarse avasallar por un Pontevedra que sin perder la avidez ofensiva se concentraba en desarrollar una fuerte presión que dificultara las evoluciones de los charros, con más buenas intenciones que una praxis eficaz.
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Parecía que el Pontevedra hibernaba pero nada más lejos de la realidad. Los de Ángel Rodríguez, agazapados en sus trincheras, salía con velocidad y verticalidad cuando el Salamanca cometía algún desliz y en una de esas Brais Abelenda puso a prueba a Salcedo. La presión salmantina era un apreciable antídoto para socavar los propósitos pontevedreses, pero no conseguía enclaustrar a los granates, que con muy poco creaban situaciones de peligro, como en un cabezazo de Soto que saldría fuera.
Los de María minimizaban daños, acotaban las ocasiones locales pero a costa de que su esfuerzo lastrara su producción ofensiva. El trabajo estajanovista del Salamanca en la zona central era tan encomiable como incompleto y el Pontevedra seguía llegando a ráfagas y exigiendo a un Salcedo siempre atento, que evitaría el segundo tanto de Churre.
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Nadaba y guardaba la ropa el Salamanca, pero no renunciaba al riesgo. Hacía de la necesidad virtud para buscar el gol y superaba sus miedos a base de coraje. Se fue arriba con decisión y a punto estuvo de registrar el empate en una acción de Manin que Cacharrón enviaría a córner. Poco antes de que concluyera el primer período.
Le vino bien el descanso al Salamanca, que salió imbuido de sus posibilidades en el partido. Los de María dieron un paso adelante y empezaron a gobernar un partido en el que el Pontevedra parecía dispuesto a vivir de renta. Y tras unos avisos llegó el gol del empate cuando un disparo de Telles desde la frontal del área sorprendió esta vez a un Cacharrón que reaccionó tarde.
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Era el momento de arriesgar y el técnico del Salamanca daba entrada al colombiano Juancho para buscar más remate. Buscaba el segundo el Salamanca, ya sin complejo alguno ante un Pontevedra que no parecía interesado en sentenciar. Pero no daba facilidades el equipo gallego, con las líneas muy juntas y muy atentas a cerrar todos los espacios. No estaba cómodo el Salamanca y no había fluidez en su fútbol, más parco que tenaz en la construcción, donde se reiteraban las imprecisiones de unos y de otros.
María buscaba revulsivos en Mikel Bueno y Luis Martínez para afrontar la recta final de un partido en el que todo estaba abierto. Le costaba cada vez más al Salamanca, que cargaba con el peso de llevar la iniciativa, mientras que el Pontevedra, en ocasiones impostor de conformismo, lo tenía más fácil para llegar con peligro y casi hizo el segundo en un remate de Brais que conjuró Salcedo y después la fortuna intercedió para que el remate de Yelco se topara con el larguero.
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El canterano Willy salió en los minutos finales como último cartucho para deshacer un empate insuficiente. Sería Juancho, muy activo desde su salida, quien completara una brillante acción individual que quedaría invalidada por el juez de línea. Sería la última tentativa charra en unos últimos minutos en los que se ralentizó el partido sin que el Pontevedra propusiera nada y sin que el Salamanca inventara algo. Con las fuerzas bajo mínimos y las ideas agotadas, nada más pudo hacer un Salamanca abocado a un destino incierto.
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