Miércoles, 15 de abril 2020, 16:11
Las tormentas registradas a lo largo de la jornada del martes, 14 de abril, dejaron un total de 1.597 rayos en la comunidad autónoma de Castilla y León, según los datos aportados por la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) y recogidos por Europa Press.
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En concreto y según esta información, la mayor cantidad de rayos cayó en la provincia de Salamanca, con 545, seguida de la provincia de Zamora, con 246. Por su parte, en la provincia de Ávila cayeron 90, 128 en la de Burgos, 84 en la de León, 209 en la de Palencia, 109 en la de Segovia, 4 en la de Soria y 182 en la de Valladolid.
Además y según los datos aportados por la Aemet, ha sido el día de mayor actividad eléctrica en 2020 y ha superado a la jornada del día 15 de marzo cuando se registraron 392 rayos en Soria, 325 en Segovia y 236 en Burgos, las provincias entonces con más rayos.
Por otra parte, la zona nordeste de la provincia de Segovia fue escenario este martes de una tuba, un tornado que no llegó a contactar con la superficie, como reflejan fotografías enviadas por Meteosegovia al sistema Sinobas de la Agencia Española de Meteorología.
Las imagenes se tomaron en torno a las 17.15 horas de este martes y los testigos explican que la tuba se vio desde Navares de Ayuso (Segovia) en dirección este, aproximadamente sobre el término municipal de Moral de Hornuez.
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La tuba, explica Meteosegovia en su aportación al Sistema de Notificación de Observaciones Atmosféricas Singulares (Sinobas), la tuba se descolgó de una tormenta que afectaba al nordeste de la provincia segoviana sobre las 17.15 horas y duró aproximadamente 15 minutos.
Una tuba, también denominada nube-embudo, según recoge el glosario de términos de la Aemet, es un vórtice de aire y vapor de agua condensado, con forma de cono o tubo, que gira rápidamente, colgado de una nube de tipo convectivo, pero sin llegar al suelo, a diferencia de un tornado o una tromba marina.
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Si bien las tubas por definición no alcanzan el suelo, y por tanto no producen daños en superficie, su avistamiento puede ser indicador de condiciones favorables para el desarrollo de otros fenómenos convectivos que sí los puedan producir, añade la Aemet.
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