Una producción media de remolacha en la zona norte de 108,45 toneladas por hectárea, como ocurrió en la campaña 2014/2015, ya se considera una barbaridad. Si un agricultor de Salamanca obtiene 110-120 toneladas por hectárea de remolacha se dice que ha tenido una gran campaña. ¿Qué se cuenta entonces cuando alguien, como Gregorio de Domínguez, de Topas, logra 173 toneladas por hectárea? ¿Qué se dice de alguien que el pasado año superó en 29 toneladas por hectárea al segundo que más rendimiento obtuvo en Salamanca?”
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“Fue la bomba, hasta el niño mío estaba ilusionado”, cuenta este productor de solo 41 años que reconoce que siente predilección por este cultivo.
¿Cuál es su secreto? “La climatología es fundamental”, cuenta, pero favorece o perjudica a más de uno y el año pasado solo él obtuvo en Salamanca una de las producciones históricas de Castilla y León. Este año, por ejemplo, las tormentas de mayo “se han llevado” parte de esa remolacha que prometía mucho y que cree que se quedará entre 110-120 toneladas por hectárea, que no está nada mal.
El siguiente “secreto” es el de la rotación. Él reconoce que siempre cambia “porque sin rotaciones, no hay producciones”. Además está convencido de que la tierra sembrada de remolacha da al año siguiente buenas producciones, por ejemplo, de cereal. Para 2021 tiene grandes esperanzas puestas en la cosecha porque sembrará remolacha en una tierra nueva, donde nunca antes estuvo este cultivo. “Y ahí siempre se da más remolacha, cuando no conoce el cultivo”.
Tercer “secreto”, el abono. En su caso reconoce que ha sido un descubrimiento tener ganado por lo que supone de “cerrar el ciclo” de la explotación pero también porque le permite “abrir la portera” y que entren las vacas en las tierras. “Aportan mucho”, dice de las 80 vacas que tiene en la cooperativa junto a sus hermanos.
Cuarto “secreto”, apoyarse siempre en la tecnología para todos los cultivos. El dron de Azucarera ha sobrevolado tres veces su remolacha y gracias a eso conoce sus necesidades de abonado, riego, enfermedades... Y una vez que se sabe hay que estar dispuesto a tratar, sin apuros. “En la remolacha de las 173 toneladas entré 10 veces a tratarla. Si quieres irte a esas producciones tienes que hacerlo”, dice, y lamenta que el pedrisco dañara la parcela porque apuntaba a más.
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Quinto “secreto”: una buena semilla. Y sexto, el trabajo. “Me gusta trabajar y tengo ilusión”. Mantiene que la remolacha se deja por falta de ganas de trabajar o de tierras para rotar. Además cree que es un cultivo con ayudas y rentable. Gregorio apunta maneras para volver pronto a “reinar” en Castilla y León.
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