Meses después del voraz incendio de Monsagro que calcinó más de 9.000 hectáreas de pastos y monte, azotando así al sector primario, las consecuencias persisten para los ganaderos, quienes, a pesar de haber recibido ya ayuda para recuperarse, afrontan sus labores diarias con ciertos escollos.
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Las instituciones han abastecido a los afectados con el 40% de la paja perdida a manos del fuego, lo que se traduce en, según dicen los ganaderos, “lo suficiente”. A las pérdidas inexorables se une la acuciante sequía, otro problema que, a medida que pasa el tiempo, preocupa más y más a los ganaderos.
“Todo está negro, y hay escasez de agua al no haber lluvias”, afirma José Carlos Vicente, de Guadapero. Algunos han necesitado apoyo en este aspecto. Él, por el momento, resiste. “Tengo dos cisternas, y de momento con eso me apaño”, apunta este ganadero de ovino que perdió unas setenta hectáreas de pastos.
Las actuales restricciones de acceso a las zonas valoradas como catastróficas, también son motivo de incertidumbre, y, recuerdan, “perjudican a los ganaderos”. A ello se une el hecho de que en muchos casos se han calcinado los terrenos en los que más agua había.
El caso de Rosa María Rubio es muy similar. Esta ganadera de Morasverdes ha recibido de Diputación forraje para alimentar a su ganado. “Vamos poquito a poco; nunca nos recuperaremos del todo, y solo ver el paisaje es desolador”, confiesa. Confirma que mucha gente no tiene agua, y recurren a ayudas de instituciones.
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“Además los precios de todo son desorbitados”, añade. La restricción de acceso a las zonas quemadas durante cinco años también está en boca de esta ganadera de vacuno que perdió cerca de cuarenta hectáreas de pastos.
Como otros en su situación, Rosa María confía en que la Junta y los alcaldes de los pueblos afectados lleguen a un acuerdo y resuelvan permitir el acceso en cuanto vuelva a haber pastos, como excepción a la norma, debido al colosal alcance de este incendio.
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Por ahora las instituciones han abastecido al sector primario con el agua y forraje suficientes para continuar con la ganadería, pero muchas cuestiones continúan en el aire, y los afectados reclaman facilidades y una actitud más benévola y flexible teniendo en cuenta las extremas consecuencias, y que las lluvias no terminan de llegar como es debido. “Puede pasar mucho tiempo hasta que las ayudas que solicitamos lleguen”, puntualiza la ganadera, que sigue de cerca las decisiones de las autoridades competentes.
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