Miércoles, 21 de septiembre 2022, 14:15
El lobo tiene este año en Salamanca dos zonas favoritas para sus ataques: una, la de Sardón de los Frailes-Almendra-Villaseco de los Reyes- Monleras; y la otra, junto al límite con Ávila, en los términos municipales de Alaraz, Chagarcía Medianero y, sobre todo, Horcajo Medianero, donde desde el pasado 1 de enero hasta el 31 de agosto ha matado 43 reses en fincas de esta localidad y 6 en El Tomillar, una pedanía.
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Ante esta situación, el alcalde del municipio, Carlos José Sánchez, ha enviado una carta a la Junta de Castilla y León en la que le pide que intervenga para controlar al lobo y evitar más ataques porque amenaza la viabilidad económica de un municipio que vive de la ganadería. En concreto, y según señaló el alcalde, en la zona son unos 40 ganaderos, y la mayoría ha sufrido en algún momento un ataque de lobo con bajas en su explotación. “Le hemos pedido que controlen porque son muchos los ataques que llevamos”, explica, con la finca “Juarros”, de ganado de lidia y ahora también manso, como la más perjudicada. La respuesta de la Junta ha sido, dice el alcalde, la de que “intentarán proteger más a los ganaderos”. De momento lo que ve es mayor presencia de forestales en la zona.
¿Se puede cazar? Hasta el 21 de septiembre de 2021 las comunidades podían cazar ejemplares conflictivos con la ganadería. Ese día el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico incluyó al lobo en el Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial y del Catálogo Español de Especies Amenazadas y prohibió su caza.
Desde ese momento solo se permite aprobar la captura de ejemplares si existe una autorización administrativa que solo se puede conceder si se justifica que la medida no afecta negativamente al estado de conservación favorable de la especie; si se justifica la existencia de perjuicios importantes para el ganado en las explotaciones afectadas; y si se demuestra que no existe otra solución que la caza del ejemplar problemático con la ganadería. Esto implica que antes de esa autorización se deben haber aplicado medidas preventivas en las explotaciones afectadas o de protección al ganado y demostrado que, aún así, siguen los ataques. Los ganaderos creen que en situaciones como esta no es posible esperar tanto.
El alcalde advierte de que el lobo está permanentemente en la zona -de hecho él vio dos ejemplares junto a la ermita de Valdejimena-. También ha atacado en otros municipios próximos como Alaraz, con dos terneros muertos en los primeros 8 meses del año, y Chagarcía Medianero, donde ha matado 6.
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El alcalde de este último municipio, Juan Ignacio Sánchez, es ganadero y ha sido víctima del lobo. En su caso le afectó a la idea de explotación ganadera porque él apostó por las vacas fleckvieh y compró 90 ejemplares en la República Checa. Pero dos ataques consecutivos del lobo le hizo desprenderse de la mayoría y quedarse solo con 20 porque el ganado era “demasiado manso y no se defendía”. Ahora tiene vacas de raza limusina y de un mastín ha pasado a tener 6.
Juan Ignacio recuerda que entonces los lobos le mataron dos terneros pero en los siguientes meses acabó perdiendo a 17, sobre todo por abortos. Recuerda que, por ejemplo, la madre de la primera ternera que le mató el lobo “se negó a comer” después del ataque. “Me la llevé, pero nada, no conseguí que comiera y era por el susto, el estrés. Compré un ternero y si la hablabas se sentía protegida y le dejaba mamar pero si no, no consentía que nadie se arrimara a ella. A los 10 días murió”.
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El alcalde recuerda otro caso, el de una vaca “ a la que debió hacer correr el lobo y parió a los 3 ó 4 días y al siguiente, se murió y también la cría”. No queda ahí porque José Ignacio también vio que se salvaban “de milagro” dos de sus mastines después de una noche en la que debieron defender a los terneros. “Los vecinos me dicen, ¿y qué hacemos? ¿el Ayuntamiento no puede hacer nada? Y yo, pero ¿qué voy a hacer? Si no sabemos qué paso dar”.
El alcalde de Chagarcía Medianero denuncia que son más los terneros muertos puesto que muchos no se encuentran porque al ataque de lobos le sigue el descenso de los buitres o la llegada de la zorra, que comen sus cuerpos e incluso el crotal que los identifica. “No sabemos qué hacer”, repite.
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