Domingo, 4 de julio 2021, 20:13
La fuerte crisis que sufre el sector textil de Béjar se ha visto agravada con el cierre del único lavadero que quedaba en España después de la clausuara, en 2010, de otra empresa en Manresa. Nada menos que 21 puestos de trabajo se han destruido con el cierre de ese lavadero en primavera, una situación motivada por la caducidad de la concesión del agua y el poco interés de las administraciones.
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Fuentes cercanas a la empresa aseguran que el lavadero “tenía una concesión de uso del agua del pantano que ha caducado después de 75 años” y, añaden: “ahora mismo obtener una renovación de licencia para seguir usando el agua requería hacer una inversión muy importante con una reducción de capacidad de almacenamiento de agua”.
Por tanto, la empresa se vería gravemente afectada porque “quedaría sin agua y es complejo para un lavadero de lana”. Las exigencias de la Confederación Hidrográfica del Tajo afectan a la presa, que debía ser rebajada en diez metros, lo que supondría convertirse en un azud y reduciría la capacidad de retención de agua y el posterior abastecimiento al lavadero.
La empresa cuenta con participación de empresarios extremeños, que no descartan reabrir el lavadero si obtienen el apoyo de las administraciones aunque precisan concesión de larga duración, al menos de más de 25 años, para realizar la fuerte inversión prevista, que supera los tres millones de euros. De hecho, han puesto sus ojos en el Plan de Reindutrialización pero chocan con la Confederación, que quiere limitar la capacidad de almacenamiento del pantano, explican.
Los empresarios han estado trabajando para facilitar la aprobación de la concesión en el mismo estado en que estaba aunque reconocen cierto desánimo porque “si llegado el momento de la liquidación, las administraciones no facilitan el tema, nosotros nos retiramos también, aunque posibilidades siempre hay”.
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Mientras tanto, Béjar pierde una empresa estratégica en España, destruye 21 puestos de trabajo más, que se suman a los anteriores despidos por el cierre de otras empresas textiles y los responsables del lavadero también se verán afectados por el capital allí invertido. “La fábrica está ahí pero llegará el momento en que se desmantelará porque si no arranca la cadena para poner al marcha, va a ser difícil”, afirman, no sin antes avanzar que “el proceso judicial terminará desmantelándola si nadie lo remedia”. También ha lamentado el cierre del lavadero de lana Aurora González, presidenta de la Agrupación de Fabricantes de Béjar por la empresa y por los puestos de trabajo perdidos.
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