La escarcha de estos días beneficia a un cultivo como la Lenteja de La Armuña porque el agricultor ha sabido adaptarse en los últimos años al cambio climático y ha retrasado su siembra. Si la tradición apuntaba a que en la primera semana de octubre toda la lenteja estuviera ya sembrada, ahora los productores no tienen prisa y no acaban las labores hasta finales de ese mes o incluso noviembre. Así evitan un desarrollo excesivo de la planta en su inicio, porque las temperaturas ahora de octubre y noviembre suelen ser más suaves, y no sufre con los hielos. Al contrario, y como matiza el secretario técnico de la Denominación Específica “Lenteja de La Armuña”, Nicolás Armenteros, con el actual nivel de desarrollo “los hielos paralizan el crecimiento de la planta y hacen que se desarrolle el sistema radicular, que es lo adecuado para estas fechas”.
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Nicolás Armenteros tiene estadísticamente comprobado que las siembras más tardías dejan producciones medias más elevadadas, y así se lo ha transmitido a los agricultores. Si se siembra pronto, las temperaturas “veraniegas” últimamente habituales en octubre hacen que la planta crezca mucho y llega a mayo con todo el forraje, lo que la debilita frente a los hielos tardíos.
Además, el crecimiento del forraje de la planta hace que las lentejas tempranas salgan manchadas y queden deterioradas en la imagen, lo que tampoco favorece a los agricultores. Aún así y pese a la media, los productores saben que cada término municipal tiene sus propios condicionantes, como el de la tierra. Así, hay municipios donde la siembra más tardía es posible y otros en lo que no es lo más recomendable. En Pedrosillo y La Vellés, por ejemplo, como asegura Nicolás Armneteros el suelo es muy arcillos y la planta desarrolla vegetación, mientras que en una localidad muy próxima, como es Palencia de Negrilla, las lentejas nacen “más verticales, no se renredan y no son tapadas por la vegetación”.
Lo mismo que le ocurre a la Lenteja de La Armuña con el cambio climático pasa con el garbanzo, pero al revés. En ese caso, lo conveniente es adelantar las siembras para salvar primaveras calurosas y secas. Durante los últimos años se han sembrado en febrero o primeros de marzo, cuando lo habitual era esperar a San José (19 de marzo).
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