Raúl Conde, en su explotación con un cochinillo CEDIDA

Escalada de precios en origen: el cerdo blanco ya está a la altura del ibérico

En Salamanca el que tenía porcino blanco cerró o se cambió al ibérico y ahora se cuentan con los dedos de una mano los que quedan. Raúl Conde es uno de ellos

Martes, 7 de marzo 2023, 20:08

Decía ayer Gregorio Sánchez, vocal de la Lonja de Salamanca, que una cerda para desvieje de 250/270 kilos que antes se vendía a 90 euros, ahora cuesta 350. También que apenas quedan ganaderos que tengan cerdos blancos en Salamanca y se cuentan con los dedos de una mano los que van por libre, sin trabajar con una empresa a la que le ceba los lechones.

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Uno de ellos es Raúl Conde, de El Campo de Peñaranda, que hace 5 años decidió llevar la explotación familiar de porcino blanco. Apenas había aterrizado le tocó sufrir la pandemia, que recuerda como una etapa terrible. “Con la hostelería cerrada -dice- tenía que vender los cochinillos a 17 euros cuando a mi me costaba producirlos 25 ó 26”.

Ahora se encuentra en el extremo contrario. Se dedica a la venta de tostones pero los vende a 45 euros, un precio más alto que el que han pagado en muchas navidades. Se le va de nuevo la cabeza a la pandemia, cuando esa Nochebuena tuvo que venderlos a 35. “Estos precios de ahora nunca los habíamos visto antes y eso que en casa llevamos toda la vida con ganado. Esto tiene que reventar por algún lado: jamás vendimos tan caro”, dice.

Ahora estima que el coste de producción, también más alto que nunca, es de 25 ó 26 euros por cochinillo sin contar, eso sí, el trabajo de él y de su mujer. Y matiza que no libra sábados, domingos y fiestas y que su intención futura era ampliar la granja con el fin de que al aumentar el volumen, pudiera ganar como para contratar a un obrero “y vivir un poco mejor”.

En un momento en el que no hay cerdos blancos en España y en el resto de Europa y en el que los precios son de récord, a Raúl no le faltan pretendientes que le tientan para comprarle también lechones o cerdos más grandes pero él sigue con los cochinillos, sin aumentar el tamaño de la explotación, y sin plantearse dedicarse a la venta de cerdo cebado, con el que obtendría más dinero que con los tostones.

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Él explica su postura con dos palabras: “Soy fiel”. Y aclara que seguirá con lo que se ha dedicado toda su vida, aunque sabe que sería más rentable, y que reorientar la granja o incluso la venta de sus 400 cerdas madres le supondría ganar ahora mismo un dinero impensable hace unos meses. Raúl y su mujer, Vanesa, tienen claro que es mejor no arriesgarse. “Todo está demasiado revuelto y no quiero cerrar nunca la granja”, dice.

“¿Por qué ahora con estos precios la gente no se anima a tener cerdo blanco? Ahora mismo, al precio al que están, nunca lo metería: te entra la peste porcina y estás arruinado. Yo gano menos, pero no expongo. Ha habido un momento, hace nada, que se le perdía 50 euros a cada cerdo y con 1.000 cerdos son ya 50.000 de pérdida y a ver cuándo se recupera”.

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Si ahora el cerdo blanco vale tanto (una cerda blanca está al precio de un ibérico cebado) es simplemente, dice Raúl, porque no hay granjas. Ahora quedamos 2 ó 3 en Salamanca cuando antes había esos en algunos pueblos. Pero la gente lo va quitando porque son muchos los impuestos, no ves liquidez... Mucha la burocracia y luego te vienen leyes como la de Bienestar Animal, ahora con que no se pueden matar ni a las ratas. Entonces la gente se cansa y en lo que puede, lo deja, y por eso quedamos tan pocos y hay tan pocos cerdos blancos ahora mismo”.

Esta semana en la Lonja de Salamanca subieron todas las categorías del cerdo blanco entre 5 y 7 céntimos el kilo, pero no el tostón. Raúl seguirá vendiendo estos ejemplares de entre 4 y 8 kilos por 45 euros cuando sabe que si deja que lleguen a los 20 kilos ahora cobraría 108 por cada uno, y hace un año, 51. “Soy fiel”, vuelve a decir.

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