El ‘mar’ de garbanzos pierde terreno

Miguel Tejada es un agricultor (también ganadero) emprendedor que lo ha intentado todo para vender su producción de garbanzos.

Empezó con ellos en una zona donde no son habituales, como son las de Pedrosillo de Alba y Aldeaseca de Alba, y la buena calidad que obtuvo le llevó la campaña pasada ya a sembrar 120 hectáreas, todo un “mar”. Creó su propia marca para comercializarlos, empezó a vender a través de internet, visitó todo tipo de establecimientos comerciales, desde los de proximidad hasta grandes cadenas o tiendas gourmet para venderlos a través de ellos... y un año después ha vuelto a cosechar sus garbanzos pero ya “solo” 55 hectáreas.

La venta no es tan sencilla como imaginaba. “Es posible pero el problema en mi caso es el tiempo y esfuerzo que conlleva”. Y advierte de la competencia de importaciones “baratas y de peor calidad”.

Ahora además después de cosechar se ha llevado la desilusión por la producción porque a primeros de mayo los garbanzos “estaban buenísimos” y se anunciaba un cosechón pero “la falta de lluvias los dejó al 50%”. Si lo habitual desde que empezó con las pruebas del cultivo de garbanzo, allá por 2017, era que obtuviera entre 1.000 y 1.200 kilos por cada hectárea, en esta ocasión la media cree que no subirá de los 700-800. “Como el precio no supere los 1.200 euros por tonelada, perderemos dinero”, asegura.

La cosecha de garbanzos empezó la pasada semana y en toda la provincia la tónica ha sido la vivida por Miguel: excepcionales en mayo y abrasados por el calor después. Hay 1.654,33 hectáreas de garbanzos este año en Salamanca, 142 menos que el pasado.

El año que viene mantendrá las hectáreas de garbanzos “con la esperanza de una abundante cosecha” y reducirá el cereal por el coste de los abonos: aumentará el barbecho.

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